sábado, 31 de diciembre de 2016

Antesala de miradas.

Llega el fin de los finales para diciembre.

Se acaba el año,
como se acaba la noche de magia que programamos.

Fue gran idea hablar de lo que no nos pegaba,
fue un error ser prácticos
ser realistas.

Ser clasistas.

Con las luces de navidad,
con la inmensa cantidad de pistas.

Las que me dabas para que espabilara,
para que viviera el momento,
para no cruzar palabra.

No cruzar palabra y besarte,
arañarte sin venir a cuento,
lamerte de abajo,
hasta el cuello.

Como dije el 24,
tengo ganas de quitarte la ropa,
sin usar las manos.

Preguntando a tus lunares
por qué son tan tímidos,
tan sumamente lindos.

Y así poder ocultar mis sentidos
en todos
y cada uno

de

tus

gemidos.






¿O eran quejidos?...
Espero poder lamer cada uno de tus latidos.

Lunas noches. Feliz entrada de enero.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Perdona, ¿tienes fuego?

Era la primera frase que tenían que decirse.

En un escenario empezó todo.
Allí, se conocieron,
fingieron que se amaban,
se besaron.

Murieron.

Una, y otra, y otra,
y otra vez.

En el teatro interpretaban al hombre y a la mujer de fuego.
A su alrededor, todo era tierra quemada,
y a ellos no les importaba.

Él veía que ella brillaba,
ella veía en él que volaba.

Al final de la obra, se tenían que tirar de un precipicio.
¿Qué pasaba?
Pues que se habían hartado de quemarlo todo a su paso,
así que se asomaron,
admiraron
y
acabaron.

Hay gente que opina que ese amor era una bendición,
otros, que era una maldición.

Permíteme un consejo.

Cierra los ojos
cuenta hasta diez

y que empiece

la

función.








Lunas y cálidas noches.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Corazón de conejo. (Luces comestibles, PT. 4, FINAL)

"Oro y humo, mi segunda piel."

Última frase que escuchamos en aquel cuchitril, que es mi habitación.

No tenemos ganas de irnos,
tenemos ganas de mimos,
de comernos,
de matarnos.

Te acaricio la espalda como si fuera lo último que fuera a tocar en mi vida.
Razón no me falta.

Tu espalda es lo más bonito y puro que he visto en mi vida.

Y escribo esto
imaginándola.

Cuando la vea,
bastará una ráfaga de viento para tumbarme,
para tragarme esa trola.

Para que nunca esté sola.

Te pareces mucho a un conejo.

Tienes unos oídos increíbles,
un pelo "abrigable",
unos ojos envidiables.

Quiero morderte cada día que mis ojos se abran,
quiero comerte cada día que mi lengua baile,
quiero ver como tus ojos se apartan,
quiero leerte todo el cuerpo en braille.


Mis pies, ahora, tocan el suelo.
Tus mofletes, cuando los muerdo,
hacen mella hasta el punto
que me muero.

Me arañaste la cara para que me diera cuenta de que te ibas.
De que no ibas a volver en mucho tiempo.
De que lo nuestro era sincero.

Y, como de costumbre,
aquí me hallo.

Preguntándome qué remedio tengo.
Cuando, de repente,
veo que esto
tiene color.
y se torna
muy,
pero que muy,
negro.

Y es ahí cuando me doy cuenta
de que

casi

te

hiero.








Lunas noches.
Penúltima entrada del año. Bienvenida seas.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cicatrices. (Luces comestibles, PT. 2)

"Tengo fe y te rezo a besos."

Segunda frase que escuchamos en aquel cuarto más desordenado que nuestra propia cabeza.
Ya no hay luces que comerse.

Ahora, solo faltas tú.

Te muestras, ante mi,
sin ropa,
sin coraza,

sin cicatrices.

Mientes.

Cuando te guardas algo malo, te sale una flor de dentro.
Pide ser regada.

Con caricias,
con besos,
con infinidad de
"te reviento".

A partir de ahí, tengo solo 3 segundos para hacerte reír.
Habrá que hacer magia.

Tiemblo,
pierdo pulso,
muerdo.

Te alejas, como un animal que va a matar lo que tiene delante, observando su víctima.
Te lías.
Acabas reclinándote, ofreciéndote.
Me río.

No eres consciente de lo que fuerte que te mataría.

Sí, hay maneras de matar,
más suave,
más áspero,
más mojada,

mal tratada.

Por alguna mano que no sabía lo que se postraba ante ella,
lo que se va a perder.
Y esto, querida,
lo sabe una
que no te ha tocado
ni la mínima
parte

de

tu

piel.










Lunas noches. Sin ganas me hallo. Qué va.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Luces comestibles.

"Y tengo miedo de encontrarte y no aguantar las ganas de tirarte al suelo."

Justo cuando estábamos en mi cuarto,
medio desnudos por dentro,
medio vestidos por fuera,
suena esta frase.

Y nos derretimos.

Nos derretimos de la calor que sale del pecho,
para bebernos.

Para matarnos.

Empezamos a quitarnos la ropa el uno al otro,
queremos ir lentos,
me pegas con el codo.

Me pegas, y es para que espabile,
para que te mire a los ojos.

Para que me coma un vacile.

Y no es lo único que me comí.

¿Sabes?... Me he imaginado infinidad de veces cómo te ves desnuda.
Debajo de esa ropa eres París.
¿La has visitado alguna vez?

Es preciosa.

Vuelvo, que divago.

Te queda una camiseta para estar más guapa aún.
Noto algo raro.
Bultos.

Eran inseguridades,
defectos perfectos,
luces.

Cojo todos y cada uno de esos bultos y
me los trago.
Me plantas en mi cuello un pronombre posesivo.
Y revivo.

Te tiro del pelo, muerdo, y muero.

Te desvaneces como el humo de un cigarro.
Y Granada

se hace

barro.









Lunas noches.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Deseo vespertino.

La noche comienza en un bar con bastante mal servicio.
No nos hacía falta nada.
Solo mirarnos a los ojos.
Casi bengalas.
Me arañas la espalda queriendo sacar mis alas.

Y me caí.

Me caí en tus manos, frías como siempre.
Me quedé a descansar en las arrugas de tus dedos.
Y me hice un nudo.

Me deshiciste para que siguiera cayendo.
Y, joder que si caí.

Más concretamente a tus rodillas,
las cuales colocas a cada lado de mi pierna y
aprietas.

Me traes hacia ti.
Sale fuego de esos mares que tienes cerca de las pupilas.
Ibas a estar guapa con arrugas, con estrías.
De engordar con el cariño que te doy cada puñetero día.

Y a mi ya me ves,
más delgado.
Me parecen pocos los besos que nos damos.
Que rogamos al tiempo,
que no para de apretarnos.

El tiempo es relativo.
Un reloj sabe la hora porque otro reloj se la dice.
Los kilómetros son relativos.
Una sonrisa acerca mucho más a dos personas que cualquier coche.

La que no es relativa eres tú.
Eres superlativa a todo lo que te rodea,
subjetiva a todo lo que te agrieta.

Pero, seamos sinceros.
Queremos que se pare el tiempo en momentos de suicidio.
Que las sonrisas sean en directo.
Que los susurros no hagan daño en el pecho.

Y eso no puede llevar a nada bueno,
solamente a algo malo.

Algo tan malo que,
a cada momento de pensarte,
se convierte en algo deseado.

Algo maltratado, cierro este epitafio.
Espero que, cuando vuelva a caer, pueda a quedarme a vivir en el hueso de tu tobillo.
Que no duela mucho morir.
Ni tampoco
las ganas

de

estar

allí.











Lunas noches.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Al otro lado.

Todo iba normal, hasta que supe de tu llegada.
Ya había clavado mis ojos en tu cuerpo,
tus manos,
tus defectos.

Lloraba por no pegarte,
me mordía para que no sangrara.

Llegada a un piso desconocido,
hablar con alguien que, sintiéndolo mucho, no me recuerda a nadie que me haya hecho daño.

Comerme sus galletas,
y eso que no tenía hambre.

No de ellas.

Una pena tener que irme,
una pena ser responsable,
una pena ser cobarde.

Nos sangraron los labios de tanto hablar,
tanto acariciar con palabras.
De tanto no-pegar
(nos).

Lo que de verdad no pegaba era que durmieras en el salón.
Pero eso no lo sabíamos aún.

No me gustaba viajar, hasta que pasó poco tiempo.
Los auriculares ya no hablan,
se han callado,
para dejarme divagar
coleccionando billetes de futuros viajes.

Aquél sitio cuidó más de mi de lo que lo hacen las flores.
Y mira que les canto, les hablo y les cuido.

Nervios de primera noche.
Se disuelven entre abrazos,
caricias en el culo,
mordiscos.

Volvemos a la sangre.
Esta vez, teniendo más azogue.

Nervios de segunda noche.
Lloviendo, como no podría ser de otra manera.
Negando lo que era innegable,
como el beso de una funambulista.

Bendita mañana peluda.

Maldita tarde corta.

Nos mojamos la mitad de nuestro cuerpo.
El resto estaba hundido.
Y, desde entonces, dio comienzo lo sempiterno.

Mis malas artes me llevaran a matarte,
las dudas,
las penas.
Y aquí me ves,
loco por reanimarte.

Voy dejando entreabierta esta ventana,
que cuando venga el frío de enero se abra de par en par.
Y que cuando me pidas un beso,
no te lo querré dar.

Te querré
dar

más.

Mucho
más.









Lunas noches.

martes, 20 de diciembre de 2016

Lo que no quiero que seas.

No hablo de cómo eres, ni de cómo deseo que seas,
puesto que no te conozco.

Voy a hablar de lo que no quiero que seas,
te conviertas,
caigas.

No quiero que seas una más.
No quiero que sepas lo que te miro a escondidas.

No quiero que te conviertas en una canción de Andrés Suárez.
No quiero que seas un poema de Edgar Allan Poe.

No quiero que seas un beso.

Un beso de amor que no termina de encontrar un par de labios a su medida.

Por eso quizá, quienes pasan cerca tuya, sonríen.

Hoy no me saldría ponerme bruto.
Hoy me saldría todo de lujo.

Te desnudaría a miradas,
te arañaría con besos,
te acariciaría con exceso.

Lamería cada defecto tuyo,
me dejaría atravesar por tu saeta,
esa clavícula tuya que me trae de cabeza.

No te arrancarían de mi lado,
no podrían decapitar mi cabeza inquieta,
mientras te miro los colmillos afilados.

Mañana va a ser un día duro,
cuando tus manos y pies fríos no sean presas,
esas mismas que te ato, para que no escribas "fea".

Escribo mirando por la ventana,
para ver tu constelación.

Léeme los labios.
Que ya no sé firmar.

Ayúdame.

Que ya no sé mimar,
ni tampoco sé

como

no

amar.







Lunas noches.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Compatibilidad bajo la luz de enero.

Así empieza la tarde. Con esa frase lapidaria y una media sonrisa que se escapa.

- No puedes seguir así.
- ¿Así cómo?
- Pues de mamón. No se puede tener todo en esta vida, ni puedes darlo todo. Si crees que sí que puedes, se te caerá todo encima.
- Lo sé pero... ¿tú me vas a venir a dar consejo?
- Y, ¿por qué no?
- No me entiendes.
- Nos entendemos más de lo que crees.

La otra media sonrisa que quedaba no aparece sola, esta vez, de oreja a oreja.

Tu boca es de las más brillantes rejas que encierran mucho más que lo que puede ver cualquiera.

- Si nos entendemos tanto, dime por qué discrepamos tanto.
- No somos iguales, así de simple. Así de complicado. Nadie es como nadie, sino, ¿qué gracia tendría ser todos iguales?
- Ninguna, la verdad.

Sigue la tarde y hablamos de nuestras posibles decisiones, hablamos de finales sin siquiera pensar en comienzos.
En días de melancolías, de escritura, de lectura.

Pensamos en nuestros puntos de sutura.

Y todo eso. TODO eso, solo mirando.
Ni siquiera a los ojos. Con mirar, nos basta.

- Yo creo que tú eres azul. Tu sangre es azul.
- ¿Tú sabes por qué se llamaba a los nobles, "sangre azul"?
- Pues no.
- Era porque, al no trabajar en las tierras, no se ponían morenos. Al ser blancos de piel, sus venas se notaban mucho más. Su sangre parecía azul. Pero, obviamente, eso no era así.
- Entonces, ¿puedo ser de sangre azul?
- Claro, pero debo advertirte una cosa. Yo no soy de sangre azul. Si me corto, sangro rojo. Siempre he sido mucho de "la sangre roja".
- "Abajo la sangre roja".
- Abajo la sangre azul.

Una carcajada y una sonrisa que era imposible borrar. En realidad eran dos pero yo la cuento como "una".

- Hasta en eso estamos en desacuerdo.
- ¿Y?, yo te quiero igual.
- Ven aquí.

Un corazón de conejo y un sangre roja.
Somos todo lo contrario.
Todo lo contrario.

Y ya me ves,
volando puentes entre tus brazos y los míos.

Lo peor es vivir sin estar aquí.

Caminar sin sentir.
Mirar sin ver.

Besar
sin
ti.









Lunas noches. Pd: por favor, no me hables bajito.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Hablar bajito.

Íbamos corriendo al pub de siempre.
Estaba lloviendo, menuda mala suerte.

Llevabas puesto tu vestido de flores,
yo, mi traje negro.

No te atrevías a hablarme de amores.
y yo, como siempre,
siendo sincero.

Te cogí de la cintura, te puse contra la pared, y te dije:

- Si me vuelves a matar, te tiro al suelo, te arranco el vestido y lleno tu sonrisa de mordiscos.

Te acercaste a mi oreja, y me dijiste.



Me dijiste algo que no oí.
Te gustaba hablar bajito.

Mi cuerpo sí que te escuchó.
Se me pusieron los pelos de punta,
se me durmieron los dedos de las manos.

Mis pies dejaron de sentir cansancio,
mi corazón, lo contrario de calmado.

Seguimos nuestro camino,
yo con una sonrisa de oreja a oreja.
Tú con prisas y cara de haber roto el mundo.

Qué va.
Lo has salvado.
Y, aquí me ves,
desvelado.

Enero no viene rápido,
y yo ando peleando con mis ganas...
que ya el frío no me cala,
y
¿sabes lo que te digo?

Corre.
O no respondo

de

mis

alas.







Lunas noches.



viernes, 16 de diciembre de 2016

Ahora entiendo.

Ahora entiendo por qué siento lo que siento.

Todo rompió como una explicación.
Como si te tiro al suelo, y empiezo a besarte.

Bailé con ella después.
y fugamos para no volver.

Una pena que ella quisiera volver,
me destrozara,
y me quede parado en el tiempo.

Granada es como tú.

No se sabe la temperatura, ni del destino.
Lo que importa es que page su billete
Así podremos.

Podremos besarnos, arañarnos,
follarnos.

Hacer el amor.

Podremos, pero

¿Quién hace eso en caso de incendio?
No sigas, nos vamos ya.


Hoy no quiero foto.
Hoy quiero tenerte aquí.
Dándome la mano tan fuerte,
que duela.

Que duela tanto como respirar humo.
Como bailar contigo.

Quiero ser esa arruga del carrillo,
en la se hunde tu nariz al besarme.


Hoy no hay dibujo.
No me apetece imaginarte.



Algo banal, para una noche sin ti.
Una de pocas.
Una de tantas.


Te muerdo la boca.

Y
no miro
ni la
hora.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Sueño de verano.

14 de diciembre de 2016.

El mejor sitio del mundo,
donde la inmensa mayoría de cosas que pasan son buenas,
es la cama.

Una de las cosas maravillosas que puede suceder en ella, es el verano.
O, lo que es lo mismo,
tú.

Me traes calor, agobio, sudor.
Te ahogo.

Te cojo del cuello, y aprieto fuerte.
Suelto para besártelo, mientras te meto un tirón de pelo.
Sigo bajando,
dibujo con la lengua todo lo que se me va ocurriendo.

Y, por fin, el deseado momento.

Nada de abecedarios, nada de formas geométricas.
Empiezo a dar besos a cada punto del triángulo,
y voy bajando.

Ahora soy yo el que muerdo, el interior del muslo,
para ser más exactos,
y dejar un buen par de cardenales.

Calmo el dolor a lametones.
Me aparto las sábanas para verte la cara.
Sonrío.
Te muerdes el labio.
Te imito.

Y te bebo.

Te mueres al poco.
Revivo como un loco.

Y vuelvo a hacértelo,
una
y dos y tres,
y cuatro y cinco,
y seis y siete,
y ocho y nueve.

Y vacile.


Ahí es cuando mueres más y se para.


Una pena.












Lunas noches, aunque sea el final de esta.

¿Qué es un abrazo?

Un abrazo es tenerte en mi habitación, mientras nos importa una mierda lo que pase fuera.

"Hoy llevo un día
donde un abrazo
no acelera el corazón.
Lo calma."

Llueve en Granada.
Llora tu ausencia.

He salido a hacer unas fotocopias, estaba cayendo una buena.
Y yo, como de costumbre, sin paraguas.

Andaba, y se me mojaban las deportivas.
Ellas también lloraban.
Ven que esta lluvia no es la que las mojaba no hace tanto, un poquito más al sur.

Al sur de tu cabeza, la cual desearía abrir, para lamerte el cerebro.
Al sur de tu cuello, el cuál tengo unas ganas de morder... puf.
Enormes.
Al sur de tu pecho, el mismo que tuve muy cerca, mientras te daba un beso.
Al sur, donde no echen de menos la lluvia mis manos.
Torpes.

Toco el bajo porque no puedo tocarte a ti.
Lo tiro. Bien lejos.
Me acaricio el brazo.

Quiero hacer un trato.
La próxima vez que me vea así,
ven a pegarme en la lengua.

Que aún está feliz gracias
a nuestras noches sin reglas.

Y, también, a nuestra conversación.

Sem
pi
ter
na.











Lunas noches.

martes, 13 de diciembre de 2016

Gracias.

Hoy ha sido un día realmente raro.

No he parado de hacer cosas,
la primera, evitar un susto.

Después, perezosamente,
como me es familiar,
he hecho un trabajo junto a otros compañeros.
Han comprado litros.


No han podido cometer mayor error. En serio.

No he atendido en toda la tarde.
He pensado en ti y, por ende,
he pensado en todo.


La gracia ha venido cuando han dejado el culo de la cerveza, caliente, sin beber.

Es que es demasiado decir esto, a nadie le gusta eso, a mi tampoco me gustaba.
Y, ahora, cojo y me lo bebo pensando en ti.
En besarte.
En apretarte.
Y, hostia puta... me sabe bien.
Me sabe a sonrisa.
A algo que me debes, a pendiente.
Pero de la oreja.

Es amargo, es rubia, clara... espumosa.

Espumosa porque no deja que se hunda nada. No lo soporta.
Y hace flotar.

Hostia puta.
Ya me aguanto poco.


De qué me sirve esperarte, si no es para matarme.
Para reventarte.
Perdona que me repita, pero es que mi lista de deseos, está para cumplirse.

Decidimos encerrarnos para hacer terapia de algo que no sabemos ni si quiera si tiene remedio.

Encerrados en una habitación, a oscuras, con una tenue luz que, de estar alguien en la puerta mirándonos, solo vería nuestros cuerpos sentados en la cama, frente a frente.
También me pregunto que quién querría ver ese "espectáculo".

Demasiadas miradas y poco que decir.

La consciencia no para.
Impotencia, rabia, armar el brazo y darte una caricia que te estremezca el alma.

Mi perspectiva es la de una cámara a un lado de la cama que lo graba todo. Fascinada y con ganas de ser más "cámara".

Veo dos actores muy dados al melodrama o a la comedia, según con que lente enfoque.

- Se que a veces parezco que estoy ida pe...
- Pero se que no lo estás. Eres consciente de todo lo que pasa a tu alrededor. Hasta estando "borracha" eres así de observadora. De hecho, lo eres más.
- ¿Eso es algo bueno o algo malo?
- ¿Tú que crees?
- Que la bebida no le hace "bien" a nadie.

Sus ojos transmiten mucho más que todo lo que pudieran decir. Se merecen un premio por lo buenos actores que son. Aunque no haya actuación ninguna.

- Somos dueños de nuestro destino.
- Somos, tú lo has dicho.
- Discutir no me gusta. Y mucho menos si es contigo.
- ¿Y qué pretender hacer si no?

Miró a la cama con la mirada más seductora que habíamos visto en nuestras vidas, él y yo, como cámara que era.

- Ven, vamos a vernos bajo la lluvia, con ganas de comernos, pero sin hacerlo por miedo a devorarnos. Esta vez, literalmente.

No era un día redondo.
Era un domingo con esquinas.
La luz se apaga.
Me creía muy capaz.
Mi torpeza, fue letal.

Hasta que, te cogí de la mano, te llevé al baño,
y te dije:

Gracias, por todo.
Nos veremos en este lado maldito de la realidad,
donde la distancia,
no es más
que
mediocridad.










Lunas noches. Demasiado sinceras, la verdad. No me arrepiento de nada, salvo de tenerte lejos.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Curvas "sincericidas".

Pupilas dilatadas.
Miradas que deleitan.
Ojos que delatan.

Me está pasando algo muy raro.
Mis pensamientos no se van al pasado,
que sí, y mucho,
sino que se van al futuro.

Y tengo miedo.
Tengo miedo de que cuando te vea no aguante las ganas de tirarte al suelo,
de tirarte del pelo.

De morderte el cuello.

Tocará reprimirse.
Redimirse.
Partirse.

En un abrazo de cristal, que acabe cerca de la curva más mortal del mundo.

Tu sonrisa.

Y me atrevería a ir más allá.

Nos separaremos, para luego juntarnos.
Estaremos deseando el uno del otro.
Y después, cuando todo parezca en calma...

Se organizará el mayor vendaval que podría imaginarse.

Trae paraguas, que nos vamos a mojar.

Trae la cara, que se pueda devorar.

Trae tus nervios, que los vamos a calmar.

Nos vamos a lanzar
al mayor error
que
podamos
imaginar.




Si acabara aquí, esto sería agridulce, y no estoy dispuesto a eso.
O amargo o dulce, no voy a ir con medias tintas.
Medios sabores.

Medias rotas sería buen título para la noche.
Una pena que no uses.

Una pena que me fuese.

Escrito queda todo lo que hoy se me ha pasado por la cabeza.
Esclavo de mis pensamientos.

Y eso que aún no has traído las cadenas.
Anda, tonta, ven.
Que te voy a quitar la ropa
y todas
las
penas.













Lunas noches. Voy a que mis dedos y mi corazón tengan un rato de tranquilidad.
No me lo creo ni yo.

Curvas de vida.

Puntos de sutura necesitamos todos.
A estas alturas, lo entendemos bien pocos.

¿Imaginas poder controlar lo que se quiere?

Somos lo que queremos, y lo que no queremos nos hace querer más.
Y mejor.

No quiero tenerte. ¿Quién podría poseer algo tan sumamente "genialicioso"?

No quiero no estar a tu lado. Y mírame.

No quiero perderte. Sería demasiado.

Mi corazón tiene agujetas, de la última vez que te vio.
Y ahora, quiere conversación.
¿Me la das, o me la invento?

Viendo que no hay respuesta...

- Titubear es un signo de no estar seguro de lo que se dice.
- ¿Y si tirita?
- Pues...
- ¿Y ponerse a temblar?
- Pero...
- ¿Y si tartamudeo?
- P...
- ¿Y si tarareo?
- ¿Y ponerse tan tonta?
- Tan tonta, que te voy a morder.
- Tan tonto, que estoy de acuerdo con eso.
- Te-Te-Tengo miedo.
- Tú-Tú-Tú eres tont..
Me interrumpió con un beso digno de un monstruo.
El monstruo de las dos espaldas.
Pero esa es otra historia.

El día se hizo noche. El sol, Luna. Y, al no haber Luna, la reemplazaste a las mil maravillas.
Las mareas no van a parar si no estás.
Yo tampoco.
Pero que me duele no verte,
no tocarte,
no besarte.

Y con las ganas que ahora tengo de follarte, podrían alcanzar mucho más que Marte.
Amarte con creces, quererte a veces.
Darte clase.
Matarte en parte.

Re
ven
tarte.









Lunas noches. Creo que sigue la cosa.

Curvas suicidas.

"A este ritmo no hay tiempo ni pa´echar de menos. Al infierno, sin luces, sin frenos. ¨

- Trataré de darte lo mejor de mi, y si tengo que morir será acelerando por cada curva de tu cuerpo con la yema de mis dedos.
- Tranquilo, en cada curva hay un "quita-miedos", para que no te salgas nunca de mi vida.

Un "quita-miedos"... eso es tu mirada,
tus labios,
tu forma de hablar y cada centímetro de mi piel que se estremece cuando lo tocas.

Cuando me muerdes la lengua.

Y, he de confesar, que el masoquismo que produces es brutal.

De ti, me gustan hasta los miedos.

Te hago enfadar cuando hablamos para producirme miedo. Miedo a perderte.
Porque cada palabra mal formulada es bala, en ese momento, se han cambiado besos por espadas.

Paro, pienso y una pregunta golpea mi lógica. ¿Se puede perder algo que no se tiene? 
Me hicieron falta 5 minutos para responderme. El miedo a perderte me hace no querer tenerte.

He pasado la tarde pensando sin saber en qué pensaba.
Dejando el corazón donde tu ya no llegaras.
Procuramos cuidar ese país nuestro pero siempre sale alguna arruga.
Y lo que nos pasa es
que necesitamos
muchos puntos
de
sutura.








Lunas noches. Aviso que esta no será la única de hoy.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Hora de comer.

Me imagino.
En un bar de mala fama, con las paredes medio derrumbadas, con fotos mías medio quemadas y sin ventanas.
Sin ventanas porque están tapiadas. Para serte sincero, no hay cosa que me produzca peor sensación que la de ver algo, una puerta, una ventana, un día, una noche... tapiada.
Y una mesa alumbrada por dos velas que en cualquier momento podrían prenderle fuego a todo.
Menos mal que están tus salvavidas mirándome.

- Bueno, ¿qué cenamos?
Un nudo pasaba por mi lengua, mi cuello, su cuerpo. Mi perdición.

- Pues algo dulce, ¿no?
Y yo sin acordarme de que le gusta lo amargo.

- Mira, sí, me apetece algo de chocolate. Y nata.

Saco mis dotes de cocinero y le hago el traje de chocolate y nata más apetecible del mundo.
Se mira a sí misma y, yo, estúpido y torpe como siempre, no caigo en la cuenta de que era ella la que quería comer, y no ser comida. Tampoco puso queja en aquél festín.

- ¿Pedimos la cuenta?
- Venga, una copa y nos vamos.

- No me puedo aguantar a eso, no he cenado aún.
Me pierden las maneras y lo que no se ve. Bailando lenta y apretando mi corazón con sus piernas. Me deshago en un escalofrío. Tras su ojo, llega el otro. Tras un polvo, otro más largo.

Factura a pagar desde el día de hoy.
Perdona mi vulgaridad, pero aquí sigo, lamiendo y relamiendo tus besos.
Intentando hacer reforma desde aquel incendio. 
Música de algún cantautor venido a menos, una copa de vino, caliente, y el vino también, con un gato y sin tus veranos largos.
Ya voy borracho. Me dejo ya los labios.
Eso lo digo siempre.
Espero a que llegues del trabajo, preocupado, sin pensar en lo que el viento me trajo.
Si quieres nos quitamos la ropa y leemos algo.
Que la luna se me llene de tus besos. Y si se acaba, que se acabe. Te quiero más a ti que a ella.
Eso no lo digo nunca.
Espero no tener que darle explicaciones al oído.
Y que nos limpiemos antes de salir corriendo,
ya que el agua
está
hirviendo.











Lunas noches.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Abrazos de cristal.

En todas tus partes hace frío.
Y ahí estaba yo, con toda la ropa que podía ponerme, pasando frío.
Tus ojos transmitían frío.
Tu alma.
Tu querer.

A excepción de tus brazos.

Ahí, moría mi corazón del calor que desprendías.

Un apena que no se viva de abrazos,
aunque una alegría es
poder morir entre ellos.








Lunas noches.

martes, 6 de diciembre de 2016

Reino íntimo, ínfimo.

"He vivido tantas cosas emocionantes en sitios tan diferentes que a veces no sé exactamente dónde está mi hogar."
Día raro, escribiendo con luz no sé cómo me veré.
Seguro que, si viene de algo tan precioso, sale bien.

Trato de no pensar,
de no esperar,
de no sangrar.

Traté con dulzura tu clavícula y ahora me pasa factura.

Hablando de tratar, te ofrezco un trato: mi reino por tus pensamientos.

Una pena que no tenga reino.
Una alegría no saber lo que se te pasa por ahí.

Me convertí en caballero para preguntarme:
- ¿Es mi esposa o mi reina?

Las dos cosas.
Me dije mientras le besaba el cuello.

Trataré que acostumbrarme a desacostumbrarme.
A que llegues siempre tarde.
A que te enredes en mis sábanas, con una sudadera ancha, más bonita que la misma luna.

Hablo de ti.
La ropa poco importa.

Y me fui.

Para no volver a irme.
Para quedarme en tu reino durante bastante tiempo.

Lo único que espero, es que no haya guerras.
Que no haya reinas.
Ya que este caballero solo sirve a una.

Y que no me quede con las ganas.
Que te voy a echar de menos,
porque
de más
no
puedo.







L.

martes, 29 de noviembre de 2016

La repentina grandiosa catástofre.

"Confío tanto en ti que dejaré que me traiciones."

Esta es la puta sensación que he tenido al verte.

Echaba de menos sentir que aprieta el corazón al ver a alguien, pero que no duela.
Que guste.
Que casi hiera.

Qué desastre.

Ya me lo dijo mi padre: ten cuidado con la psicología.
Lo que no sabe nadie, es que me lo dijo estando en la cocina.

De postre querría un ojo tuyo.
Así entendería qué quieres ver para no tener que pinchar más abajo.


Nah... La verdad que me gustas como eres.
Libre.
Que presa no te quiere nadie que te quiera.

Y darte las gracias, ya que cuando me muera podré decir:

He visto los ojos más bonitos del mundo.





Lunas noches.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Mal tiempo.

- Vámonos, ahora que llueve poco.- Te digo, sin haberme percatado de que tienes tacones.
- Pero espera, que me caigo.

Qué va. Tú no te caes.

Me agarras la mano.
Es la sensación de seguridad más insegura. Y puf, como aprieta el corazón.

Llegamos al piso, empapados, por mi mala idea.
Mala imagen.
Mala lengua.

No puedo resistirme, te agarro del cuello, y el culo, y te doy el beso más pasional que puedo dar.
- Vamos, anda.- Dices con tus ojos. Tus labios están siendo mordidos.

En el ascensor casi la liamos.
Lo que hubiera molado.

Cerramos la ventana, para que no se inunde el cuarto.
Tontos de nosotros.
El suelo no tarda en inundarse de ropa.
La cama de amor.

Dibujo con mi lengua todo lo que se me ocurre en el bajo vientre de tu cuerpo.

Y, de nuevo, tontos de nosotros.

Lo que llovía no era normal.
Lo que sucedía era algo más
que
un
vendaval.







Lunas noches.

martes, 15 de noviembre de 2016

Ahora que ya sabes.

Ahí estaba el escritor,
pensando en lo imposible,
para crear algo
que al oído le silbe.

Le silbe y le chive,
que estabas detrás suya.

Más concretamente
en ese lunar nuevo.

Y, en ese momento,
te vio.

Te tocó y escribió:

El amor no mata, pero te deja jodida la mano, el corazón, la razón, el alma.
He tocado lo más áspero del mundo.
Y debo decir que me encanta.

Nota (añadió):
La próxima vez que toque su piel, usaré guantes. No es plan de que se lleve también mis manos.











Lunas noches.

Pd: recuerda preguntarle por las curvas.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Verde selva.

Este fin de semana me ha ocurrido algo muy curioso.
Me han roto los esquemas.

No me gusta el pelo corto.
No me gusta que falte edad.
No me gusta que te guste más "Cómo conocí a vuestra madre" que "Friends".
Aunque sea un Ted de la vida.

Pero... ¿sabes qué?
Me gustas tú.
Me gusta bailar contigo y que nos comamos las palabras.

Si por mi fuera, no sería lo único en el menú.

Me gustó el tacto de tu cintura cuando nos echamos la foto.
Me gustó tu mano en la mía.

Me gustó pedir una cerveza contigo.
Me pediría muchas más.
Te pediría a ti.
Pero no eres algo para pedir.

Eres algo para vivir,
para salir,
para latir.

No sé mucho, en general, pero sí sé que me gustaste.
Me gustas.
Me gustarás.

Y, bueno, queriéndolo o no, quiero hablar contigo de amor.

Sé que puedo "sonar" atrevido, pero créeme cuando te digo,
que ese olor,
esa mirada,
molaría verla en horizontal a una hora que no se puede decir por aquí.

Tienes una sonrisa que pellizca el corazón.
Y eso me jode bastante.

Un bocado en el labio de abajo, soltarlo y besarte la sonrisa.
Ese es el color de mis deseos.
Mis trofeos se quedan atrás.

Espero volver a verte.
Espero no esperar demasiado.

Espero no quererte,
aunque sea un poco tarde.

Me gustas en verde selva.
En negro tierra.

Y ya paro, que no llegamos.
Que ya nos vamos.

Espero que seas mi anarquía y no mi Leteo.

https://www.youtube.com/watch?v=KymIfvEZEe4

Envidia te tienen las diosas, pequeña Letea.









Lunas noches.


martes, 8 de noviembre de 2016

132.

Y ahí estaba yo, donando sangre en la universidad, cuando me escribe mi santa madre:
- Ya ha roto aguas.
- Puf, para el domingo tengo que estar en Granada, tengo una audición importante.

No pude ser más ignorante.

Lo verdaderamente importante era lo que estaba pasando en aquel hospital.
Menos mal que tardé poco en darme cuenta.


Llego al día siguiente, después de una mañana de agobios.
-Aún nada.- Me dicen mis padres.
Mientras, conversaciones de gente que todo ha salido bien, regular y... fatal.
Minutos después, sale mi hermano.
- Hay que esperar a ver qué pasa, posiblemente sea cesárea.
En ese momento no podéis haceros idea de lo que se me pasaba por la cabeza.
Cómo podía venir, si iba a sobrevivir, si todo saldría bien...

Soy un egoísta.

Imaginad lo que se le pasaba por la cabeza a mi hermano.

Dios.



Al fin, a las 19:23 de la tarde del 4 de noviembre de 2016, sale una enfermera con mi pequeña gran revolución.
Jorge Antonio Lara Gómez.

Qué preciosidad. Qué ojos. Qué querer.

Mandan al bebé a una habitación con mi hermano, por aquello de "piel con piel".
Es lo más maravilloso que he visto en mi vida.
Mi hermano, con el pecho descubierto, dando calor a su hijo.

De verdad, qué "genialicioso".

Espero que este mundo que se te presenta te deje ser como quieras ser. Aquí estuvo, está y estará tu tío para cualquier cosa.









Te quiero, Jorge.

Te quiero por encima de todo.

jueves, 27 de octubre de 2016

Pared vibrante.

Y allí estábamos, en una mesa de un bareto de Madrid,
cuando algo vibró.
¿Es mi móvil?
Pensaste, mientras echabas mano a tu bolsillo.
Callé. Recé.
Era mi corazón.
Así me fue.

Debí activar el modo avión.










Lunas noches, L.

viernes, 7 de octubre de 2016

Otoño de 2016.

Viene frío.
Con ganas de mojar.
Con ganas de arañar.

Viene, y no viene solo.
Una pequeña gran revolución se cierne en mi vida,
y, la verdad...

"Muerome" de ganas.








Lunas noches.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Cuando aprieta el corazón.

Como he dicho, hoy es día de escribir.
De escribir bien.
Con miel.
Sobre tu piel.

Bueno, empecemos, que la noche es larga, y yo soy fácil de convencer:


Eran una pareja de lo más peculiar.
Tenían, qué carajo digo, tienen canas, arrugas.
Ojos brillosos cada dos por tres.

Viven en un pisito, al lado izquierdo de mi corazón.

Ahí se dicen cosas bonitas.

- Toma la sal.- Le dice María mientras le acaricia la mano al retirar la suya.
- Qué bien estamos aquí, ¿no?
- Sí, aunque estaría bien poder salir un rato.
- La verdad que sí. Pero luego volver a entrar eh.
- Sí, claro.- Exclama ella, con una sonrisa en la cara.

Bueno, ahora que hemos acabado de comer, podríamos ir a la cama un rato.
- ¿A la cama, María? ¿Quieres echar la siesta?
- Sí, claro.- Volvió a expresar con la misma cara de antes.

Y allí, los dos, entre sábanas, se sinceraron.

- Te quiero mucho, María.
- Algunas veces, siendo sincera, me olvido de ti. No me preocupo, vuelvo a verte, y sé que te quiero.

Se fundieron en un beso casi tan largo como la llorera que me estoy pegando.


Hicieron el amor.
En mitad, ella sufrió un ataque de amnesia.

Y, ¿sabéis qué?

Le amó con vergüenza,
con pasión,
como si fuera un desconocido.

Y ese día,
esa noche,
esa vida,
la repitieron como si de algo sempiterno se tratara.

- Vuélvete a la cama, anda.

Y así infinitamente.










Lunas noches.

Sempiterno.

Es una palabra que siempre me ha llamado la atención.
"Sempiterno es algo que tiene principio, pero no tiene fin."

Otra palabra que siempre me ha llamado: Serendipia.
"Hallazgo fortuito e inesperado que se realiza cuando buscabas otra cosa."

Buah.

Sempiterna y serendipia.

Creo haber leído que son tus apellidos.

Pero, ¿lo sempiterno no debería pertenecer a los dioses?
Es decir,
todo tiene final.

Sea bonito, feo,
fea.
Pero con final.

Qué va.
Cuando te pellizca el corazón, que puede durar entre un segundo y una vida, se vuelve sempiterno.
El sentimiento, la garra.

Las cicatrices.
Las ganas de comerse.

Hoy es noche de escribir, de rizar.
De llorar.

De alegría, por verte el cuello desde el escritorio en el que escribo.
De pena, por estar imaginándolo.

Me voy, no vaya a ser que venga octubre, y me pille así.
Mirando la luna, pensando sin pensar.
Estando sin estar.

Pero sabiendo que lo que este siente, es sempiterno.
Y, cómo no,
"siempre serendipia".








Lunas noches.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Cosas que tengo que decirte, parte 3.

El amor no es completarse,
igual que la educación no es educarse.


Igual que tus labios son invierno.

Como tus piernas, el mayor de los diluvios.








Lunas noches.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Cosas que tengo que decirte, parte 2.

Frágil es la palabra.

Que me rompa sin que me toques...


Vamos a curar las heridas
que me hacen tus costillas.

Se confunden con mi risa y...

pasa lo que pasa, por las prisas.






Lunas noches.

viernes, 16 de septiembre de 2016

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿De verdad lo es?

El torero dice amar al toro.

¿De verdad eso es amar?

Espero no amar en mi vida.





Lunas noches.

martes, 13 de septiembre de 2016

Primera noche de invierno.

Primera noche de frío.
Síntoma de nuevo año.
Que vengan ilusiones.
Por ejemplo;

Ver unas manos escribiendo caricias que se convierten en poesía,
oler el frío y sentir el otoño en su piel.

Besar una sonrisa con más efecto de lejía,
para que haya un invierno de papel.

Que lo único que adorne tu mesita
sean tres balas y un pintalabios.

Para que cuando recargue mi mirada,
tenga posibilidades de morir en vida.

De buscar una manta.
De llorar cuando haga falta.

Mejor quedamos luego,
para destrozarnos la vida.

No vaya ser que llegue el día
en el que nos quememos con la llama.

Que sepas que, si eso pasa,
ya no podremos tejer un descosido o un roto,
ni siquiera podríamos bordarlo.

Y sería una verdadera pena,
ya que este invierno
ni siquiera
a
empezado.






Lunas noches.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Entrada prohibida.

Tengo que cumplir conmigo mismo cuando me prohíbo.
Me censuro.
Me curo.

La piel es de quien la eriza.
O eso dicen.

Yo creo que la piel es de quien la arranca.
Para que salga el alma.
Ese laberinto que a todos nos protege, y pocos llegan a comprender.

Te lo digo claro, te quiero.
Te lo digo oscuro, me hiero.









Lunas noches.

martes, 16 de agosto de 2016

Noche de apagones.

Se está yendo la luz cada poco rato.
Cada vez tarda más en volver.



Menuda metáfora.




Lunas noches.

sábado, 13 de agosto de 2016

Gustos, colores.

Me hubiera gustado que compartiéramos más cosas.
Me hubiera gustado que te hubieran gustado los videojuegos.
Tocar música.
Leer mucho más de lo que es humanamente posible.

Me hubiera gustado que precisaras del boca a boca debajo de tus enaguas.
Que no te gustara cocinar tanto.

Me hubiera gustado escuchar la verdad.
La verdad verdadera.

Me hubiera gustado no tener los ojos negros.
Que tu alma fuera morada.
Que nuestros cuerpos hicieran un arcoíris mucho más grande que las ganas que nos profesamos.

Me hubiera gustado que hubieras apagado la luna,
te quiero a oscuras.

Pero claro, para gustos,

colores.










Lunas noches.

sábado, 6 de agosto de 2016

Cuando te empecé a querer.

Dejé de ser cobarde.
De mirarme.
De mimarte.

Empecé a vivirte.
A ver en el espejo cada pelusa que,
con tu permiso,
recorría tu espalda.

Cuando te empecé a querer,
de una forma u otra,
empecé a crecer.

A viajar.
Sin moverme.
Lo justo, en realidad.

No quiero pensar en lo que será de mí,
cuando deje de quererte.
Cuando me de igual.

Cuando me porte mal.
O bien.

Pero esté.
Sea.

Sienta.






Lunas noches.

jueves, 4 de agosto de 2016

El robot y la luna.

El robot, enamorado, miraba a la luna cada noche.
Pensando en sus cráteres, su tacto, su aire.

Pensaba en cómo iba a pedirle matrimonio.
Pensaba en la manera en la que iba a entregarse en cuerpo y tuercas.

De tener alma, también la habría entregado.

Un día, comiendo su chocolate favorito, ese que le hacía funcionar sus mecanismos, le tocó un premio.
El premio consistía en viajar a la propia luna.

No podía creer que, todo aquello que sentía desde que tenía consciencia, iba a convertirse en realidad.



Meses después, se dispuso a viajar a la luna.
Montó en el cohete.
Se puso su traje,
y voló hacia ella.


Al llegar allí, después de todo el viaje pensando en ella, se dispuso a disfrutar.

Lo primero que hizo, fue tocar el suelo lunar, tocar la superficie de su amada.
Respiró el aire de su amada.
Sintió cada rincón de su amada.
Pisó a su amada.


Ahí, la luna, enfadada, le dijo:
- Me acabas de hacer bastante daño al pisarme.

- Perdona.- dijo el robot. No era mi intención hacerte daño, de hecho...

La luna, muy enfadada, sentenció:
- Pedirás perdón, pero nunca
tendrás mi
absolución.








Lunas noches.

martes, 2 de agosto de 2016

Plumas.

Eres libre, más que muchos pájaros.
Tu felicidad no depende de nadie.
Solo de ti misma.

Tienes una mente color claro.
Rojo y verde en cada pie.
No tengas prisa.

Vengo a recoger tus plumas.
A tirarte del pelo.
A hacerte risa.

Te veo irte lejos.
Obvio, eres más libre que muchos pájaros.

Solo llevas tu vestido,
tus tacones,
y una sonrisa.

"Bien" viaje,
mi
pequeña
Alicia.






Lunas noches,

viernes, 29 de julio de 2016

Reincidencia.

Cuando un delincuente vuelve a cometer un delito, se le llama reincidencia.

Amarte no es reincidencia.
Puesto que solo te he amado una vez.

Pero sí que volvería a aquella cárcel.






Lunas noches.

miércoles, 27 de julio de 2016

Roy Galán.

Haz que no parezca amor.
Que es lo que se lleva ahora.

Tú dices libre y yo digo cobarde.
...

Cobarde todo aquel que no es capaz de comprometerse con el instante.
Cobarde todo aquel que no esté presente cuando el otro está desnudo y vulnerable.
Cobarde todo aquel que puso un límite desde el principio.

Yo es que no quiero nada serio.

Como si no fuera lo suficientemente serio estar dentro físicamente de otro ser humano.

Yo es que no creo en las etiquetas.
Como si ponerle nombre a las cosas fuera algo malo.

Yo es que busco pasar el rato.
Como si la vida fuera para siempre.

Hay algo tan neurótico en nuestra manera actual de relacionarnos.
Tan irrespetuoso con la vida.
Tan impaciente.

Y queremos más: más picante, más gorda, más grandes, más altos, más guapas, más fuertes, más delgadas.

Nos aburrimos porque no nos soportamos a nosotros mismos.

Porque no queremos que nadie nos conozca.

Porque es más sencillo empezar de nuevo cada dos años vendiendo nuestra mejor cara.

Porque es mucho más sencillo follar que limpiar lo follado.
Porque tenemos miedo a que en el fondo seamos un auténtico fraude.
A que cuando el otro arañe un poco vea que no hay nada.
Nada serio.
Y aquí seguimos rascando, cambiando cromos repetidos, poniéndonos ropa interior cara para que otros se limpien los pies al entrar.

Haciendo del amor una servidumbre de paso.

¿No sientes a veces que tú vales más que todo eso que haces?
Que tú eres un jodido milagro.
Con tus ojos que todavía pueden ver.
Con tu pies moviéndose para llevarte al lugar que quieras.
Con tu boca capaz de dar las gracias.
Con tu piel ocupando una plaza en el mundo.

¿No sientes a veces que tú te mereces más que lo poco que te hacen?
Dos besos mal pegados.
Tres minutos entre las piernas.
Cinco embestidas.

Y un WhatsApp:
No me agobies.

Lo más triste es que esta sociedad nuestra ha conseguido invertir los papeles.

Ahora si dices que sientes algo, estás loco.
Es muy pronto.
Muy arriesgado.
Poco inteligente.

Dime tú, cómo lo haces para no sentir algo cuando lo haces.

¿Cómo se finge la vida?
Cómo se hace para que nunca parezca amor.

Y que simplemente parezca un accidente.
*Roy Galán*







Quería compartir esta entrada de este gran autor que no mucha gente conoce.
Dejemos la toxicidad para hablar de "maravillosidad".
De "muchedad".

Solo me queda decir que no puedo estar más de acuerdo.

Poca noche la de hoy.

martes, 19 de julio de 2016

Tus zonas erróneas.



Una de las cosas que, con más cariño recuerdo de mi etapa en el instituto fue la suerte de que un profesor me diera clase.
Me enseñaba mucho más allá de lo que, se supone, debía enseñarme.
Me otorgó la capacidad de amar un deporte.
La capacidad de pensar por mí mismo.
De luchar por lo que quiero.
De no luchar por lo que no lo merece.

Y me enseñó una historia.
La tituló: "El monstruo de las dos espaldas".
En la antigüedad, la tierra la habitaban unos seres con dos espaldas.
Cuatro brazos, cuatro piernas, y dos rostros.
Uno mirando a cada lado.
Pero sin pecho.
Sin parte delantera. O trasera.
Dos espaldas.

Los dioses, celosos del amor de estos seres, usaron su poder para separarlos.
Se creo, así, el hombre.
La mujer. El ser humano.

Desde entonces, vagamos por el mundo buscando nuestra otra mitad para provocar, una vez más, la ira de los dioses al unirse y convertirse en el monstruo de dos espaldas.


Esa historia se me quedó grabada a fuego.
Como todas las demás enseñanzas.
Qué suerte tuve.

Mala suerte la mía creer que un cuento pudiera ser real.

En cualquier relación humana en la cual dos personas se convierten en una, el resultado siempre será dos medias personas. "


No se puede creer que vas buscando una mitad, puesto que reducirías tu existencia a la mitad, para formar un todo. Un uno.

Qué va.

Aquí se está para hacer lo que te haga feliz.
Te haga daño o no.
Si te hace feliz, es todo lo que necesitas.

Incluso ser una mitad.

Aunque está un poco jodida la cosa
si entregas tus dos mitades
y recibes
un puñado de mensajes
que dicen:
"Ahora que soy uno/a gracias a tu mitad,
ve y pide otra
que, ahora mismo,
tengo agujetas
de
tanto
amar."

Menos mal que la mecánica del corazón
está
para
arreglar.











Lunas noches.


domingo, 10 de julio de 2016

Anoche.

Anoche
vi a mi musa en un bareto de mala muerte.

"Vámonos de aquí para no volver"
me dije.

Mi musa me cogió del brazo, y me dijo:
- ¿Cómo estás?


- Estando, sin estar.


Me besó.
Se fue y...
Vino

Mucho vino.

Para olvidar
que se me olvidó preguntar
"cómo
estás".













domingo, 3 de julio de 2016

Me jode.

Me jode este país de mierda.

Me jode que la gente
no se quiera.

No es una novedad, pero me jode.

Me jode la compañía,
pero también la soledad.

Mejor estar de pie,
que joderme sin callar.

Me jode querer.
Me jode odiar.

Me jode pensar.
Pensarte de más.

Pero trato de pensar que no le quiero para que no me importe.
Para que no me duela.

Lo pienso, nada más.
No lo siento.
Pero me jode.

Lo mejor será asimilar
que me jodes
sin estar.

Aunque lo que no sabes
es que estando
joder...
estando
dueles
más.





Lunas noches.

sábado, 25 de junio de 2016

"Sincericidio"

Plantada ahí, estaba fumando mientras esperaba a mi jardinera favorita.

Miré el cigarro y pensé:
- Aunque ponga "Fortuna", no es que esta mierda me traiga mucha suerte.

De repente, apareció por la esquina, agarrando fuerte su libreta.
Se la regalé por la portada.
Rezaba:
"El sueño de la razón produce monstruos."

Lo que yo no sabía era que en los sueños no hay más monstruos que ella.

- Vamos al parque.
- De acuerdo.- Se me daba bien obedecer, demasiado cansada. Pero nunca de verla.

Nos sentamos en un banco, negro y sufrido.

- Mira, tengo que decirte una cosa muy importante.
Se me empiezan a dormir las manos.
- Dime, ¿te ha pasado algo?
- No exactamente...
La impermeabilidad de su corazón me tenía algo loca.
La constelación de sus lunares ya ni os cuento.

- Pues dime.
- Me he enamorado de otra persona.

Se hizo de noche en cuestión de segundos.
Pero lo entendía.
Era demasiado poco para ella.
Además, tuvo el valor de decírmelo a la cara.

- Pero... ¿Ha pasado algo?
- ...Sí. Que he dejado de quererte.
Una lágrima, apunto de salir de mi ojo derecho, se vuelve tímida cuando ve las suyas brotar.


- Si eso es lo que sientes, yo no puedo hacer otra cosa más que respetarlo.
Nunca nadie respeta en su pensamiento un apagón de luces.

Menos mal que no estábamos en feria.

- Pues así es, así que te deseo lo mejor. Suerte.

Se fue corriendo mientras arrancaba un diente de león de los que teníamos al lado.
Mi cara de poker me duró dos semanas.

Me duró hasta que me enteré de que ella falleció.
Estaba enferma.
No estaba enamorada de otra persona, hizo lo que tenía que hacer.
Alejarse para que no doliera tanto.

Dolió más.

Ahora, voy a recoger dientes de león de aquel parque.
Sé que no voy a encontrar a nadie como ella. Ni como yo misma.

Me tachaban de lesbiana y demoniaca.

Ahora me lamen la envidia de haber querido de verdad.
Y también lamerán el bote de pastillas que me acabo de tomar.

Me voy.
Para decirle que fue una estúpida. Que pudimos ser felices dos semanas más.
Esto es lo que se podría llamar un "sincericidio".
Me voy sintiendo lo más sincero que se puede sentir.


Me voy, soplando esta flor,
para que alguna jardinera un tanto estúpida
recoja cada pétalo
de
mi
corazón.






Lunas noches.





lunes, 20 de junio de 2016

Y, de nuevo, otra nueva historia de amor...

[ES SUMAMENTE NECESARIO PONER ESTA CANCIÓN PARA LA LECTURA DE MI PRÓXIMA ENTRADA. CONFÍO EN TI CASI TANTO, O MÁS, DE LO QUE TÚ CONFÍAS EN MI. https://www.youtube.com/watch?v=fnFWDWkZWao
MIL GRACIAS SI LA HAS PUESTO. ESPERO QUE NO DISFRUTES EN CASO CONTRARIO]

... esta vez, se trataba de un loro y una gata.
Vivían con una señora mayor, en un barrio de Madrid.
El piso no era muy grande, los muebles casi tan antiguos como la misma dueña y un olor a humedad que echaba para atrás.
Pero a ellos, no les importaba. Eran felices allí.
Juntos.

La dueña los mimaba todo lo mejor que sabía.
Había veces, que se olvidaba de todo lo que le rodeaba.
Entonces, la gata se sentaba en el regazo de su dueña, miraba a su amado loro, y ronroneaba.

- No sé de quién serán estos animales, lo que sí sé es que los quiero.- se decía en cada vaivén de su memoria.
Entonces, se ponía a llorar.

- Las lágrimas salen, pero también llenan.- pensaba la gata, mientras también lloraba.

El loro, preso en aquella jaula amarilla, solo podía mirar.

Y llorar con ellas, desde la lejanía de 3 míseros metros.

- Demasiado lejos. Voy a salir de aquí y quererlas desde cerca, que es como de verdad se quiere a la gente.

De repente, el loro comenzó a agitar la jaula, para intentar salir de allí.
La gata, pendiente de que la dueña no se despertara, sacó a relucir su bufido más amenazador.

- Bien, me quiere ayudar a salir de aquí, con su ayuda seguro que lo consigo.- pensó el loro, iluso de la suerte que le aguardaba.

Agitó la jaula más, y más, y más
y más fuerte.

La gata se abalanzó hacia la jaula y la tiró al sillón vacío que había a su lado.
Trató de abrir la jaula con sus zarpas, mientras que el loro seguía picoteando y moviendo violentamente sus alas.

Hasta que... "clack".
Se abrió.

Se abrió la jaula.
Se abrió el cuello del loro.
El negro de los ojos de la gata, se disipó mientras notaba en su colmillo izquierdo las plumas de colores de su amado.

Con delicadeza, lo soltó en el sillón, y le dijo:
- No tenías que haber intentado salir de la jaula.
- Pero, ¿y si lo que había fuera me hacía feliz?
- No te ha hecho feliz. Te tenías que haber quedado con la duda.
- Quedarte con la duda te vuelve imbécil. Además, ya tenía ganas...
El loro se debilitaba, las palabras no le salían de su delicado pico.
- Tenías ganas de qué, dímelo, por favor...- dijo la gata, llorando desconsolada.
- Tenía ganas... de que me hincaras el diente.

Se arrastró hasta el regazo de la gata, miró a su dueña, más dormida que de costumbre, y las últimas palabras retumbaron en la no-sonrisa de aquella gata durante el resto de su vida:

- Te he querido siendo preso. Te quiero siendo libre. Quiéreme como en tu vida.
Quiéreme
hasta en
mi
muerte.


















Lunas noches.

Y gracias. Por leerme, por escuchar esa canción, y por quererme.

sábado, 18 de junio de 2016

Otra loca historia de amor...

... esta vez de un león y una gacela.

Ella era delicada, casi se podía romper con solo mirarla.
Él, fuerte y con el pelo largo, la amaba como a nadie.

De hecho, cada vez que la miraba, se le caía la baba.

Una noche, el león le hizo "el bocado del tigre".
Se coló de fuerza y la mató.

Es algo normal.
Él, al fin y al cabo, era un león.

Había probado la sangre y, muy a su pesar, significaba el final.

O, ¿era el principio?

Gruñó. Nunca volvería a ser el mismo.






















Lunas noches.


lunes, 13 de junio de 2016

Sabes golpear.

Un ring nos espera.
Primero, sacamos nuestras manos.
Ganan las mías, siempre encima.
Pierden las tuyas, siempre frías.

Siguen nuestras lenguas,
toma ventaja la tuya, que consigue darle la vuelta a mis ojos.
Se repone la mía, con ayuda de las manos, que estiran tu pelo hacia atrás.

Vuelvo a ganar.
O eso creo.

Subimos al ring, nos lían las sábanas.
Acaban por el suelo.
Y, ocurre.

Eres la primera en estremecerse y en perder.
Perderse.

La petite mort la llaman.
Río.
Me he perdido.
He vencido.

Pero no solo a ti.
También a tus demonios.
Los he hecho míos.

Quieres revancha.
Yo dormir.
Te parece injusto.

Pues, ¿sabes qué?

Aún no
me has hecho

feliz.



Lunas noches.