Miré el cigarro y pensé:
- Aunque ponga "Fortuna", no es que esta mierda me traiga mucha suerte.
De repente, apareció por la esquina, agarrando fuerte su libreta.
Se la regalé por la portada.
Rezaba:
"El sueño de la razón produce monstruos."
Lo que yo no sabía era que en los sueños no hay más monstruos que ella.
- Vamos al parque.
- De acuerdo.- Se me daba bien obedecer, demasiado cansada. Pero nunca de verla.
Nos sentamos en un banco, negro y sufrido.
- Mira, tengo que decirte una cosa muy importante.
Se me empiezan a dormir las manos.
- Dime, ¿te ha pasado algo?
- No exactamente...
La impermeabilidad de su corazón me tenía algo loca.
La constelación de sus lunares ya ni os cuento.
- Pues dime.
- Me he enamorado de otra persona.
Se hizo de noche en cuestión de segundos.
Pero lo entendía.
Era demasiado poco para ella.
Además, tuvo el valor de decírmelo a la cara.
- Pero... ¿Ha pasado algo?
- ...Sí. Que he dejado de quererte.
Una lágrima, apunto de salir de mi ojo derecho, se vuelve tímida cuando ve las suyas brotar.
- Si eso es lo que sientes, yo no puedo hacer otra cosa más que respetarlo.
Nunca nadie respeta en su pensamiento un apagón de luces.
Menos mal que no estábamos en feria.
- Pues así es, así que te deseo lo mejor. Suerte.
Se fue corriendo mientras arrancaba un diente de león de los que teníamos al lado.
Mi cara de poker me duró dos semanas.
Me duró hasta que me enteré de que ella falleció.
Estaba enferma.
No estaba enamorada de otra persona, hizo lo que tenía que hacer.
Alejarse para que no doliera tanto.
Dolió más.
Ahora, voy a recoger dientes de león de aquel parque.
Sé que no voy a encontrar a nadie como ella. Ni como yo misma.
Me tachaban de lesbiana y demoniaca.
Ahora me lamen la envidia de haber querido de verdad.
Y también lamerán el bote de pastillas que me acabo de tomar.
Me voy.
Para decirle que fue una estúpida. Que pudimos ser felices dos semanas más.
Esto es lo que se podría llamar un "sincericidio".
Me voy sintiendo lo más sincero que se puede sentir.
Me voy, soplando esta flor,
para que alguna jardinera un tanto estúpida
recoja cada pétalo
de
mi
corazón.
Lunas noches.
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