Hoy ha sido un día realmente raro.
No he parado de hacer cosas,
la primera, evitar un susto.
Después, perezosamente,
como me es familiar,
he hecho un trabajo junto a otros compañeros.
Han comprado litros.
No han podido cometer mayor error. En serio.
No he atendido en toda la tarde.
He pensado en ti y, por ende,
he pensado en todo.
La gracia ha venido cuando han dejado el culo de la cerveza, caliente, sin beber.
Es que es demasiado decir esto, a nadie le gusta eso, a mi tampoco me gustaba.
Y, ahora, cojo y me lo bebo pensando en ti.
En besarte.
En apretarte.
Y, hostia puta... me sabe bien.
Me sabe a sonrisa.
A algo que me debes, a pendiente.
Pero de la oreja.
Es amargo, es rubia, clara... espumosa.
Espumosa porque no deja que se hunda nada. No lo soporta.
Y hace flotar.
Hostia puta.
Ya me aguanto poco.
De qué me sirve esperarte, si no es para matarme.
Para reventarte.
Perdona que me repita, pero es que mi lista de deseos, está para cumplirse.
Decidimos encerrarnos para hacer terapia de algo que no sabemos ni si quiera si tiene remedio.
Encerrados en una habitación, a oscuras, con una tenue luz que, de estar alguien en la puerta mirándonos, solo vería nuestros cuerpos sentados en la cama, frente a frente.
También me pregunto que quién querría ver ese "espectáculo".
Demasiadas miradas y poco que decir.
La consciencia no para.
Impotencia, rabia, armar el brazo y darte una caricia que te estremezca el alma.
Mi perspectiva es la de una cámara a un lado de la cama que lo graba todo. Fascinada y con ganas de ser más "cámara".
Veo dos actores muy dados al melodrama o a la comedia, según con que lente enfoque.
- Se que a veces parezco que estoy ida pe...
- Pero se que no lo estás. Eres consciente de todo lo que pasa a tu alrededor. Hasta estando "borracha" eres así de observadora. De hecho, lo eres más.
- ¿Eso es algo bueno o algo malo?
- ¿Tú que crees?
- Que la bebida no le hace "bien" a nadie.
Sus ojos transmiten mucho más que todo lo que pudieran decir. Se merecen un premio por lo buenos actores que son. Aunque no haya actuación ninguna.
- Somos dueños de nuestro destino.
- Somos, tú lo has dicho.
- Discutir no me gusta. Y mucho menos si es contigo.
- ¿Y qué pretender hacer si no?
Miró a la cama con la mirada más seductora que habíamos visto en nuestras vidas, él y yo, como cámara que era.
- Ven, vamos a vernos bajo la lluvia, con ganas de comernos, pero sin hacerlo por miedo a devorarnos. Esta vez, literalmente.
No era un día redondo.
Era un domingo con esquinas.
La luz se apaga.
Me creía muy capaz.
Mi torpeza, fue letal.
Hasta que, te cogí de la mano, te llevé al baño,
y te dije:
Gracias, por todo.
Nos veremos en este lado maldito de la realidad,
donde la distancia,
no es más
que
mediocridad.
Lunas noches. Demasiado sinceras, la verdad. No me arrepiento de nada, salvo de tenerte lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario