"Tengo fe y te rezo a besos."
Segunda frase que escuchamos en aquel cuarto más desordenado que nuestra propia cabeza.
Ya no hay luces que comerse.
Ahora, solo faltas tú.
Te muestras, ante mi,
sin ropa,
sin coraza,
sin cicatrices.
Mientes.
Cuando te guardas algo malo, te sale una flor de dentro.
Pide ser regada.
Con caricias,
con besos,
con infinidad de
"te reviento".
A partir de ahí, tengo solo 3 segundos para hacerte reír.
Habrá que hacer magia.
Tiemblo,
pierdo pulso,
muerdo.
Te alejas, como un animal que va a matar lo que tiene delante, observando su víctima.
Te lías.
Acabas reclinándote, ofreciéndote.
Me río.
No eres consciente de lo que fuerte que te mataría.
Sí, hay maneras de matar,
más suave,
más áspero,
más mojada,
mal tratada.
Por alguna mano que no sabía lo que se postraba ante ella,
lo que se va a perder.
Y esto, querida,
lo sabe una
que no te ha tocado
ni la mínima
parte
de
tu
piel.
Lunas noches. Sin ganas me hallo. Qué va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario