sábado, 6 de agosto de 2016

Cuando te empecé a querer.

Dejé de ser cobarde.
De mirarme.
De mimarte.

Empecé a vivirte.
A ver en el espejo cada pelusa que,
con tu permiso,
recorría tu espalda.

Cuando te empecé a querer,
de una forma u otra,
empecé a crecer.

A viajar.
Sin moverme.
Lo justo, en realidad.

No quiero pensar en lo que será de mí,
cuando deje de quererte.
Cuando me de igual.

Cuando me porte mal.
O bien.

Pero esté.
Sea.

Sienta.






Lunas noches.

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