domingo, 14 de mayo de 2017

Sastre.

Tirado en la cama, pensando sin pensar,
estando sin querer estar,
se dio cuenta de que perdía el tiempo.

Se acordaba de tus manos,
de cuanto mides.

Se acordaba de tus labios,
de cómo gimes.

Se acordaba de su madre patria,
de las luces que tienes por ojos.

También se acordó de la magia
de tus tacones rojos.

Se acordaba de cómo eres,
como si el tiempo estuviera loco.

Entonces comprendió que la vida no era pasar los dedos
por ese bajo sin cuidados
que no tiene quien le toque un traste.

Mírate, tan guapa, tan elegante.

Y yo
prácticamente
hecho

un


desastre.











Lunas noches.


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