Cuando me estaba sacando el carnet de conducir, mi profesor golpeaba con el nudillo de su dedo corazón la ventana que tenía a su derecha y decía:
"Distancia de seguridad."
Esa expresión la necesitamos oír todos, sea cual sea nuestra situación actual.
La distancia de seguridad no es más que los metros que se deben dejar entre un objeto y otro para que no pase algo malo.
Por ejemplo, en la época de la peste, los médicos llevaban una máscara con una nariz larga.
Esta nariz marcaba la distancia mínima que debían de dejar con los enfermos para no contagiarse.
Porque claro, distancias mínimas siempre hay.
Pero, ¿y las máximas?
De eso vengo a hablar.
Las distancias siempre se miden en mínimas,
cuando una mínima distancia
puede ser fatídica.
Una distancia máxima no quiere ni pretende ser calculada.
¿Quién quiere calcular lo más lejos que puede estar de algo/alguien?
Qué va.
Queremos retar a los dioses,
mirarles a la cara y reírnos de ellos.
Follar es maltratar a la muerte.
Ahí se siente vulnerable
porque sabe que las distancias
son negativas.
Viajar no es otra cosa que tragarse las distancias,
siempre con seguridad.
Eres y serás mi cinturón mientras quieras serlo,
serás la dueña de mi acelerador
y la que pise más mi freno.
En conclusión de esta noche de escritura,
Hay que verse mucho más
y
escribirse
menos.
Lunas noches.
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