martes, 2 de mayo de 2017

Lo moralmente correcto.

Las noches en las que pienso no me gustan para nada, la que más me echa de menos es mi almohada.

Hoy hemos comparado la dificultad de iniciar una relación con la altura de una valla, la cual debías imaginar.
La altura de mi valla dependía de la calidad de lo que había detrás. A decir verdad, pensaba en ti cuando me lo planteaba y no sé que tipo de valla me impondría.
¡Qué digo! Claro que lo sé. Eres la valla más alta que he visto en mi vida.
Y lo curioso es que tengo pensadas mil maneras de pasarla.

Me han llamado mono-temático y no es a propósito, es lo que mi mente crea... nah', mono-temático no... adicto al veneno que corre por cada uno de tus dedos,
puede.

Te miro, sonríes y sonrío:
- No me gusta para nada tu mirada.
- Eres demasiado predecible, puedo leerte la mente. Puede que vuelvas a casa con la boca azul porque destiño.
- Yo me conformo con que sonrías como el gato de cheshire.
- Consigues cada cosa que te propones conmigo.
- Al final acabaré siendo un lunático.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque acabaré paseando en tus lunares.

Nada de ese diálogo pasa, porque es lo moralmente correcto. Que algo así no pase es lo correcto... en ese momento, solo miramos a cada lado para disimular esa conversación que, en algún lugar, o eso espero, de nuestras "otras vidas" se está produciendo.

Voy a vivir lo incorrecto cada segundo que pueda tocarte la mano.

Porque, sinceramente,
odio lo correcto.

Lo que sí me gusta
es cada poro
de
tu
cuerpo.













Lunas noches.

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