Carmen, Isabel, María, María Encarnación, María Isabel, Alicia, Luna.
Uno de esos nombres es el nombre de mi hija. Lo tendrán que averiguar.
Una hija miope. Como su padre (y su madre, espero).
Le pusieron gafas cuando tenía 10 años. Estaba en clase, le hicieron unas pruebas y gafas.
"Solo para leer", le dijeron. La madre, muy tozuda, le hizo ponerselas para todo, aumentando así su miopía.
Esto, como todo en la vida, desencadenaría algo.
Desencadenó que tuviera gafas para toda su vida.
Por más que le ofrecía pagarle la operación para quitarse la miopía, ella no quería.
Aún con 29 años de edad, ella no quería.
Con un hijo, y otro en camino, rechazaba mi oferta.
Me empiezo a preguntar por qué será.
Hasta hoy. El día de mi muerte, en el cuál, mi hija me confiesa:
- No quiero que te vayas.
- Ni yo quiero irme. Agradezco irme el último de los dos, pero vaya... Cuéntame, tras tantos años, te negabas a operarte y, de hecho, me he dado cuenta. Nunca has visto bien. Siempre has tenido las gafas mal graduadas. ¿Por qué?
- No se te escapa una...
Le miro con la mejor sonrisa que mi débil corazón me deja mostrar.
- Sí que tuve las gafas graduadas, un año entero. 2109.
- Ese año fue el peor de tu vida...
- ... Ví nítido, el mundo, la vida... Y a mi marido.
- ¿Diego?
- Sí. Desde ese día las rompí. Al graduarlas de nuevo, mentía, veía mal.
- Pero... ¿Eso por qué?
- Amaba esa voz.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal. La voy a echar de menos con cada fibra de mi corazón.
Pero se acabó.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
martes, 30 de junio de 2015
El calor es lo que tiene.
Después de este abandono, tan miserable por cierto, quiero volver a escribir con cierta asiduidad. Cierto es que me leo yo y me lees tú. Y ya.
Para qué más, Sid.
Y bueno, he tenido las ganas atrapadas y la espalda muy marcada, así que, aquí va.
Inés Tabilidad era una mujer muy sencilla. Como todas.
Me tenía loco. Qué digo tenía, tiene.
Tiene unos ojos, unas piernas, un pelo. Estoy enamorado, ya es tarde.
Una vez me dijo:
- Ráscame.
No llegué a rascarle el alma, una pena.
- ¿Qué vamos a hacer?
- ¿Qué vamos a hacer de qué?
- Pues con todo esto, nos hemos quedado sin dinero, sin trabajo... venir aquí no fue buena idea.
- Hubiera sido mejor quedarse en aquella ratonera, ¿verdad?, ¿Cambiarías todo lo vivido aquí?
- Pues... si. Estoy harta de ti, la verdad.
Esa bomba retumbó por todo U.S.A.
Una lástima que no fueran los árabes de nuevo.
- ... ¿Qué has dicho?
- Lo que oyes... ya no te quiero.
Y aquí sigo, recordando cómo te acariciaba el pelo mientras que tus ojos eran bengalas.
Y que me rascaras la espalda queriendo sacar mis alas.
Y ahora no me puedo alegrar más.
Tengo dos relojes, uno en cada muñeca para acordarme de mis grilletes, de la hora en la que decidiste no quererme, para empezar a quererme de nuevo. Más y mejor.
Y ahora, miro mi reloj.
Son las once y once minutos y estamos donde tenemos que estar.
L.N.
Para qué más, Sid.
Y bueno, he tenido las ganas atrapadas y la espalda muy marcada, así que, aquí va.
Inés Tabilidad era una mujer muy sencilla. Como todas.
Me tenía loco. Qué digo tenía, tiene.
Tiene unos ojos, unas piernas, un pelo. Estoy enamorado, ya es tarde.
Una vez me dijo:
- Ráscame.
No llegué a rascarle el alma, una pena.
- ¿Qué vamos a hacer?
- ¿Qué vamos a hacer de qué?
- Pues con todo esto, nos hemos quedado sin dinero, sin trabajo... venir aquí no fue buena idea.
- Hubiera sido mejor quedarse en aquella ratonera, ¿verdad?, ¿Cambiarías todo lo vivido aquí?
- Pues... si. Estoy harta de ti, la verdad.
Esa bomba retumbó por todo U.S.A.
Una lástima que no fueran los árabes de nuevo.
- ... ¿Qué has dicho?
- Lo que oyes... ya no te quiero.
Y aquí sigo, recordando cómo te acariciaba el pelo mientras que tus ojos eran bengalas.
Y que me rascaras la espalda queriendo sacar mis alas.
Y ahora no me puedo alegrar más.
Tengo dos relojes, uno en cada muñeca para acordarme de mis grilletes, de la hora en la que decidiste no quererme, para empezar a quererme de nuevo. Más y mejor.
Y ahora, miro mi reloj.
Son las once y once minutos y estamos donde tenemos que estar.
L.N.
lunes, 9 de marzo de 2015
L.G.
Hice la maleta y las paces.
Cerré en un bote a rosca todo lo que tenía que decirte.
Metí en un cajón tus sombras.
Y, por último, hice la gracia.
Te doy las gracias.
Gracias a tus gracias, empezaron mis desgracias.
Cerré en un bote a rosca todo lo que tenía que decirte.
Metí en un cajón tus sombras.
Y, por último, hice la gracia.
Te doy las gracias.
Gracias a tus gracias, empezaron mis desgracias.
domingo, 22 de febrero de 2015
Renovarse o morir.
Renovarse o morir.
Es lo que he pensado al ver esta foto.
Pero, cómo no, no estoy de acuerdo conmigo mismo.
Echamos de menos cuando eramos pequeños, cuando eramos menos, cuando eramos mucho más que menos.
Echamos de menos hasta el día de ayer, húmedo, cálido e injusto, que no se me olvida.
Echo de menos esta foto.
Imperfecta, "antigua" y con magia.
Te echo de menos a ti.
Es lo que he pensado al ver esta foto.
Pero, cómo no, no estoy de acuerdo conmigo mismo.
Echamos de menos cuando eramos pequeños, cuando eramos menos, cuando eramos mucho más que menos.
Echamos de menos hasta el día de ayer, húmedo, cálido e injusto, que no se me olvida.
Echo de menos esta foto.
Imperfecta, "antigua" y con magia.
Te echo de menos a ti.
viernes, 9 de enero de 2015
Hermosa taquicardia taxidermista.
Bueno, aquí estoy en mi piso de Graná, con ganas de no estar aquí.
Por los exámenes (o no) y escuchando música a un volúmen bastante alto, aprovechando que no hay nadie. Excepto yo.
Excepto. Eso quiere decir que ni yo estoy. Y algo de razón tengo.
Paso a escribir un poco. Y... eso, que paso.
- ¿Cómo estás, tío?
- Bueno, ha habido tiempos mejores pero ahí vamos. ¿Y tú?
- Pues bien, lo he dejado con Istar.
- ¿Istar? ¿Aquella chica del erasmus de hace un año? No tenía ni idea de que estábais juntos.
- Sí, bueno... ya no lo estamos.
- ¿Y qué ha pasado? Si no es mucho preguntar...
- No, tranquilo. Ya que voy a contartelo, voy a empezar desde el principio.
Tragué saliva y miré a mi derecha.
- No se me dan bien las mujeres, como bien sabes, así que cuando la conocí en el viaje pues ni le hablé... era demasiado guapa y miraba demasiado. A todo. Supongo que eso aumento mis ganas de hablar con ella.
Hubo una fiesta en la que ella estaba sola, y miraba siempre al vaso, ese vaso sudado, con un cubito, y con, seguramente, sabor a ron.
Luis me dijo de irnos a fumar y..
- Un momento, ¿tú fumas?
- Quería parecer interesante en ese momento, una estupidez como la copa de un pino pero... todos lo hemos hecho alguna vez, ¿no?
- Yo me disfracé de mono para que se riera una mujer.
- Fumar es más digno, aunque más perjudicial. Eso del mono es más sano. Como te iba diciendo, me salí con Luis a fumar. Yo no paraba de mirarla y de repente... se puso a llorar.
- ...
- Me acerqué como buen caballero y le pregunté si necesitaba algo o si podía ayudarle que me lo dijera, nada de ser un plasta preguntando qué le pasaba. Entonces se secó los ojos, me miró y me dijo: "quiero un hombre como tú, pero sin ser tú".
- ¿Qué cojones?
- Como lo oyes, los ojazos negros más bonitos de Polonia me estaban retorceiendo cada fibra del corazón.
- Qué putada...
- La putada viene ahora. Le pedí una explicación a eso y me dijo que era una absurdez, que no lo tuviera en cuenta. Y me besó.
- ¿Dónde?
- En el labio de arriba, mientra me tapaba las orejas.
- Qué chica más rara.
- Qué maravillosa estupidez. Tuvimos una relación que duró 6 meses. Todo iba bien y un día me dijo que tenía que volver a su país por una operación que le iban a practicar a su padre.
- Qué faena, macho.
- Era mentira.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me fui con ella. En un principio no quería pero al final aceptó con una cara de desolación digna de una guerra. Y eso era lo que se avecinaba. Cuando llegamos a su país, a su casa, casi me matan. Estaba prometida y había ido a casarse. Querían matarme y al final coló decirles que yo era un amigo el cuál prefería la compañía de hombres...
- Qué cojo..
- Pues bien, se casó. Y yo fui el padrino puesto que su padre estaba bastante enfermo.
- Padrino de la boda de la mujer a la que amas. Qué ironía.
- La ironía fue que no tuve valor a parar aquello, cogerla y llevarmela lejos de allí. Siempre he sido un cobarde. Pero no un cobarde para recordar y eso me jode aún más.
- Bueno, ya estás bien, en tu casa y con toda una vida por delante, olvídate de eso y ya.
- ¿Olvidarme? ¿De algo que quiero como no he querido nunca nada? Que le estás diciendo a alguien "aléjate de mi, porque... porque no te quiero ver más" y la manera más cavernícola de decirlo es gritándolo "NO TE QUIERO VER MÁS..."
...
...
... Querer lo que te hace daño, tío, ¿sabes? De esto que... no puedes evitarlo pero dices... pero no puedo, pero necesito... necesito una vez más.
Salí corriendo, mis piernas actuaron solas y lo único que podía hacer era correr.
- ¡Ehhh! ¿DÓNDE VAS?
- ¡VOY A COGER UN AVIÓN, ESTOY HASTA LAS MANOS DE ELLA, Y PASO DE VIVIR UNA VIDA SIN ELLA SIN HABERLO INTENTADO!
Gritaba eso para autoconvencerme. No sirvió de mucho cuando ví que tenía dos hijas, cada cuál más preciosa, con sus ojos y encima rubias... Y, bueno, esto es lo que quise, y lo que quiero. Hasta aquí mi corta historia de desamor que, como ya sabéis al leer esto, ha tenido un final no muy feliz.
GUARDAR COMO; NOTA DE SUICIDIO; IMPRIMIR.
Por los exámenes (o no) y escuchando música a un volúmen bastante alto, aprovechando que no hay nadie. Excepto yo.
Excepto. Eso quiere decir que ni yo estoy. Y algo de razón tengo.
Paso a escribir un poco. Y... eso, que paso.
- ¿Cómo estás, tío?
- Bueno, ha habido tiempos mejores pero ahí vamos. ¿Y tú?
- Pues bien, lo he dejado con Istar.
- ¿Istar? ¿Aquella chica del erasmus de hace un año? No tenía ni idea de que estábais juntos.
- Sí, bueno... ya no lo estamos.
- ¿Y qué ha pasado? Si no es mucho preguntar...
- No, tranquilo. Ya que voy a contartelo, voy a empezar desde el principio.
Tragué saliva y miré a mi derecha.
- No se me dan bien las mujeres, como bien sabes, así que cuando la conocí en el viaje pues ni le hablé... era demasiado guapa y miraba demasiado. A todo. Supongo que eso aumento mis ganas de hablar con ella.
Hubo una fiesta en la que ella estaba sola, y miraba siempre al vaso, ese vaso sudado, con un cubito, y con, seguramente, sabor a ron.
Luis me dijo de irnos a fumar y..
- Un momento, ¿tú fumas?
- Quería parecer interesante en ese momento, una estupidez como la copa de un pino pero... todos lo hemos hecho alguna vez, ¿no?
- Yo me disfracé de mono para que se riera una mujer.
- Fumar es más digno, aunque más perjudicial. Eso del mono es más sano. Como te iba diciendo, me salí con Luis a fumar. Yo no paraba de mirarla y de repente... se puso a llorar.
- ...
- Me acerqué como buen caballero y le pregunté si necesitaba algo o si podía ayudarle que me lo dijera, nada de ser un plasta preguntando qué le pasaba. Entonces se secó los ojos, me miró y me dijo: "quiero un hombre como tú, pero sin ser tú".
- ¿Qué cojones?
- Como lo oyes, los ojazos negros más bonitos de Polonia me estaban retorceiendo cada fibra del corazón.
- Qué putada...
- La putada viene ahora. Le pedí una explicación a eso y me dijo que era una absurdez, que no lo tuviera en cuenta. Y me besó.
- ¿Dónde?
- En el labio de arriba, mientra me tapaba las orejas.
- Qué chica más rara.
- Qué maravillosa estupidez. Tuvimos una relación que duró 6 meses. Todo iba bien y un día me dijo que tenía que volver a su país por una operación que le iban a practicar a su padre.
- Qué faena, macho.
- Era mentira.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me fui con ella. En un principio no quería pero al final aceptó con una cara de desolación digna de una guerra. Y eso era lo que se avecinaba. Cuando llegamos a su país, a su casa, casi me matan. Estaba prometida y había ido a casarse. Querían matarme y al final coló decirles que yo era un amigo el cuál prefería la compañía de hombres...
- Qué cojo..
- Pues bien, se casó. Y yo fui el padrino puesto que su padre estaba bastante enfermo.
- Padrino de la boda de la mujer a la que amas. Qué ironía.
- La ironía fue que no tuve valor a parar aquello, cogerla y llevarmela lejos de allí. Siempre he sido un cobarde. Pero no un cobarde para recordar y eso me jode aún más.
- Bueno, ya estás bien, en tu casa y con toda una vida por delante, olvídate de eso y ya.
- ¿Olvidarme? ¿De algo que quiero como no he querido nunca nada? Que le estás diciendo a alguien "aléjate de mi, porque... porque no te quiero ver más" y la manera más cavernícola de decirlo es gritándolo "NO TE QUIERO VER MÁS..."
...
...
... Querer lo que te hace daño, tío, ¿sabes? De esto que... no puedes evitarlo pero dices... pero no puedo, pero necesito... necesito una vez más.
Salí corriendo, mis piernas actuaron solas y lo único que podía hacer era correr.
- ¡Ehhh! ¿DÓNDE VAS?
- ¡VOY A COGER UN AVIÓN, ESTOY HASTA LAS MANOS DE ELLA, Y PASO DE VIVIR UNA VIDA SIN ELLA SIN HABERLO INTENTADO!
Gritaba eso para autoconvencerme. No sirvió de mucho cuando ví que tenía dos hijas, cada cuál más preciosa, con sus ojos y encima rubias... Y, bueno, esto es lo que quise, y lo que quiero. Hasta aquí mi corta historia de desamor que, como ya sabéis al leer esto, ha tenido un final no muy feliz.
GUARDAR COMO; NOTA DE SUICIDIO; IMPRIMIR.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)