Retomo esta serie por cuestiones de saneamiento sentimental.
Ser la sonrisa de la otra persona no es la solución.
Uno no está por ser parte de algo.
Uno debe ser algo.
Nos comemos esas medias naranjas de las que dicen que debemos pertenecer.
Nos queremos enteros.
En los malos momentos,
en los buenos recuerdos.
Ya no quedan vacas flacas a las que alimentar.
Se han muerto.
Pero eso es abono para lo nuevo.
Hay ganas de quererse, morder y, por qué no, irse.
Un buen sitio para vivir sería la luna.
No te faltaría luz, y seguramente no habrá nadie que te moleste, pero...
¿y si te molestas
tú?
jueves, 15 de marzo de 2018
Pausa.
Escribo después de mucho (en este blog) porque estoy inspirado.
Tengo ganas de contar algo de la manera que me caracteriza.
Sin más, bienvenide.
No podía para de pensar en lo guapa que estabas.
Nos hallábamos más que nunca, corriendo, huyendo de la lluvia, mientras tú tirabas de mi.
Me paro en seco.
- ¿Qué pasa? Venga, nos vamos a mojar.
- ¿Y si quiero mojarme?
- Nos podemos resfriar.
- Nos curaremos.
- Puede echarse a perder la ropa y los zapatos.
- Compraremos cosas nuevas.
- Llegaremos tarde.
Ahí no podía rebatir nada. Te salió chaleco y un reloj de bolsillo.
- Escúchame bien,.- dije muy serio- si llegamos tarde, será tu culpa.
- ¡Pero si eres tú el que se ha parado!
- Tú sigues aquí.
- No me voy a ir sin ti.
- En eso consiste.
Me callé todo lo que quedó de noche.
Me limité a observar tus rasgos marcados,
tu barbilla,
tus gemelos.
Creo que quererse consiste en esos pequeños detalles.
Pararse cuando se para el otro,
quererle en la distancia, pero bien cerca.
Pensar en llegar a casa para cerrar,
y abrirnos como siempre.
Abrirnos como sentimos.
- ¿Pongo música?
- Claro.
- Pero, ¿cierro?
- Si vas a cerrar, pasa.
Y allí estaba, haciéndolo, en casa.
Sin poder ser de otra manera que
sin prisa
pero
sin
pausa.
Lunas noches.
Tengo ganas de contar algo de la manera que me caracteriza.
Sin más, bienvenide.
No podía para de pensar en lo guapa que estabas.
Nos hallábamos más que nunca, corriendo, huyendo de la lluvia, mientras tú tirabas de mi.
Me paro en seco.
- ¿Qué pasa? Venga, nos vamos a mojar.
- ¿Y si quiero mojarme?
- Nos podemos resfriar.
- Nos curaremos.
- Puede echarse a perder la ropa y los zapatos.
- Compraremos cosas nuevas.
- Llegaremos tarde.
Ahí no podía rebatir nada. Te salió chaleco y un reloj de bolsillo.
- Escúchame bien,.- dije muy serio- si llegamos tarde, será tu culpa.
- ¡Pero si eres tú el que se ha parado!
- Tú sigues aquí.
- No me voy a ir sin ti.
- En eso consiste.
Me callé todo lo que quedó de noche.
Me limité a observar tus rasgos marcados,
tu barbilla,
tus gemelos.
Creo que quererse consiste en esos pequeños detalles.
Pararse cuando se para el otro,
quererle en la distancia, pero bien cerca.
Pensar en llegar a casa para cerrar,
y abrirnos como siempre.
Abrirnos como sentimos.
- ¿Pongo música?
- Claro.
- Pero, ¿cierro?
- Si vas a cerrar, pasa.
Y allí estaba, haciéndolo, en casa.
Sin poder ser de otra manera que
sin prisa
pero
sin
pausa.
Lunas noches.
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